La vida cotidiana de los vikingos: no solo guerras y robos

La vida cotidiana de los vikingos: no solo guerras y robos

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Cuando oímos la palabra "vikingos", inmediatamente nos vienen a la mente imágenes de saqueo, fuego y espadas. Guerreros salvajes y barbudos con hachas, corriendo a lomos de sus drakkars, siguieron siendo un símbolo de terror en toda Europa durante siglos. Pero ¿quiénes eran realmente estas personas? ¿Cómo vivían, qué comían, en qué creían y qué hacían en tiempos de paz?

La vida cotidiana de los vikingos: no solo guerras y robos

Los vikingos aterrorizaron a Europa durante más de cuatro siglos con sus audaces y devastadoras incursiones. Archivos de Gran Bretaña, Francia, España y muchos otros países contienen documentos que detallan su carácter bélico, sus armas, sus tácticas y su increíble crueldad.

La vida cotidiana de los vikingos: no solo guerras y robos

Debido a la falta de información sobre la vida cotidiana, las historias sobre los vikingos resultaron ser parciales. Los cronistas medievales desconocían cómo vivían, qué comían o cómo pasaban su tiempo libre los agresores de ultramar. Además, la gente de aquella época no tenía un interés particular en comprender su forma de vida. Los anglosajones los llamaban daneses, por el lugar desde el que zarparon. Los francos usaban la palabra normanda, que significa "habitantes del norte". Los alemanes los llamaban "gente de fresno", quizás en alusión a sus barcos, aunque en realidad los barcos vikingos estaban construidos de roble. Los irlandeses, por su parte, usaban dos términos diferentes: gaill, que significa "extranjeros", y lochlannaigh, "habitantes del norte".

La vida cotidiana de los vikingos: no solo guerras y robos

En documentos antiguos, los escandinavos eran descritos como bárbaros y ladrones, codiciosos y despiadados. Pero los propios vikingos crearon sagas heroicas y canciones sobre dioses y héroes, sin prestar mucha atención a la descripción de su vida cotidiana. La verdadera imagen de la vida de estos pueblos comenzó a emerger hace relativamente poco tiempo, gracias a arqueólogos y etnógrafos.

Las excavaciones realizadas por científicos durante el último siglo en Suecia, Noruega, Dinamarca e Islandia han revelado la cultura y el modo de vida de los vikingos. Para sorpresa de muchos, su mundo resultó no ser tan bárbaro como se creía. Durante la investigación, se descubrieron numerosos objetos interesantes: obras de arte, mapas geográficos, instrumentos de navegación sencillos e incluso juguetes infantiles originales.

La vida cotidiana de los vikingos: no solo guerras y robos

Resultó que los norteños eran más limpios que otros europeos. Entre los artefactos, los arqueólogos encontraron numerosos artículos de higiene: peines, palillos de dientes, palitos para limpiar uñas y mucho más. Los vikingos también sabían algo sobre vajilla práctica y de alta calidad, hecha de madera, arcilla, metal o hueso.

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Las campañas de conquista y saqueo eran populares entre los norteños. Este estilo de vida se forjó debido al duro clima y los recursos limitados del norte de Europa. Pero los vikingos no viajaban a otros países solo por lucro. Sus viajes tenían motivos más mundanos. Por ejemplo, participaban activamente en el comercio, a menudo alejándose miles de kilómetros de sus países de origen.

Las tribus que habitaban el territorio de las actuales Dinamarca y Suecia combinaron con éxito la agricultura con la ganadería. Los habitantes de Noruega se encontraban en una situación más compleja. Aunque también criaban ganado, sus principales ocupaciones eran la caza y la pesca. En cuanto a los vikingos de la isla de Islandia, dependían completamente del mar y sus dones.

En Noruega, la ganadería se consideraba una ocupación precaria. Los ganaderos dependían completamente de las condiciones climáticas para abastecerse de alimentos durante el largo invierno. Por ello, los habitantes de las regiones más septentrionales de Europa a menudo recurrían al sacrificio total del ganado, al no tener forma de alimentarlo.

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En pequeñas parcelas aptas para la agricultura, cultivaban principalmente cultivos modestos. Por ejemplo, la cebada y la avena, que se utilizaban para alimentar a personas y animales, y también servían como materia prima para elaborar miel y cerveza. Los cazadores buscaban presas en las montañas, los bosques y la tundra: ciervos, alces, osos y jabalíes. La trucha se capturaba en los ríos y el bacalao y el arenque en el mar. Los vikingos incluso lograron cazar ballenas. La exitosa captura de este gigante marino proporcionó alimento a la aldea durante mucho tiempo.

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Los vikingos no solo eran guerreros, sino también hábiles artesanos. Los herreros forjaban espadas y herramientas, los joyeros creaban joyas con intrincados patrones y los tejedores producían telas duraderas. Estos productos eran apreciados no solo en su país, sino también en el extranjero.

El comercio desempeñaba un papel fundamental en la vida de los vikingos. Viajaban a tierras lejanas para intercambiar pieles, miel o ámbar por seda, especias o plata. Sus barcos navegaban por ríos y mares, conectando Escandinavia con Europa, Asia e incluso Oriente Medio. Los mercados urbanos, como los de Hedeby o Birka, bullían de actividad: allí la gente comerciaba, intercambiaba noticias y cerraba tratos.

Dado que la caza y la pesca en las regiones del norte dependían a menudo del azar, los vikingos idearon diversas maneras de conservar la carne y el pescado. No solo secaban, salaban y congelaban los alimentos, sino que también empleaban tecnologías culinarias específicas que hicieron famosa la cocina escandinava en todo el mundo.

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El menú principal de cualquier escandinavo era carne o pescado. También se incluían productos lácteos: mantequilla, quesos blandos y una bebida láctea fermentada llamada skyra. Las gachas y sopas se preparaban con cereales. Las verduras eran extremadamente escasas en la mesa de los vikingos. Solo en el siglo X comenzaron a cultivar col en algunos lugares, y antes de eso se conformaban con algas.

Los platos de carne se cocinaban con mayor frecuencia en asador o parrilla. También era común asar carne y pescado en brasas o en hornos de piedra. Los vikingos comían dos veces al día: al mediodía y por la noche, pero si era necesario podían permitirse un refrigerio. Bebían alcohol a cualquier hora del día, incluso por la mañana. Pero por la noche bebían con más frecuencia y en mayor cantidad. Después de beber en exceso, los hombres solían quedarse dormidos en la mesa o debajo de ella. Esto se consideraba la norma y no molestaba a nadie.

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El hambre era un huésped frecuente en las tierras vikingas: a veces, la muerte masiva podía durar varios años. Debido a la pérdida de cosechas o a una serie de cacerías infructuosas, los asentamientos se quedaban con un suministro mínimo de alimentos en invierno. En tales casos, los escandinavos recurrían a medidas extremas. Para salvar a guerreros y mujeres, expulsaban a los ancianos de la aldea a una muerte segura y ahogaban a los bebés.

Contrariamente a la creencia popular, no todos los vikingos participaban en campañas militares. La mayoría llevaba una vida tranquila y sedentaria, evitando viajar. En ocasiones, un campesino o cazador se veía obligado por las circunstancias a unirse a un escuadrón militar. En ocasiones, tras la dura prueba de la vida guerrera, un hombre decidía regresar a la vida pacífica. Para muchos escandinavos, viajar era una aventura inusual y aterradora. Normalmente, la gente pasaba toda su vida en un asentamiento y sus alrededores.

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Los guerreros llevaban una vida mucho más próspera y despreocupada que otros. De sus campañas traían consigo un rico botín y esclavos, cautivos a quienes esclavizaban. Los esclavos vivían junto a sus amos, a menudo bajo el mismo techo, y realizaban los trabajos más sucios y duros. No solo los extranjeros, sino también los residentes locales eran esclavizados.

Dado que los diferentes reinos, familias y asentamientos escandinavos solían luchar entre sí, incluso sus compatriotas eran esclavizados. Según algunas fuentes, alrededor del 10 % de la población total estaba esclavizada. Los esclavos carecían por completo de derechos y sus vidas no valían nada para sus amos. No eran responsables de sus actos; sus amos eran responsables de todo. Además de los esclavos, también existía un mercado para la mano de obra contratada: los jornaleros agrícolas. Trabajaban voluntariamente a cambio de dinero, comida y alojamiento.

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A diferencia de otras regiones de Europa, la nobleza escandinava no consideraba el trabajo algo vergonzoso. Según la información que se conserva, el gobernante del reino noruego de Ringerike, Sigurd el Cerdo, trabajaba en el campo en igualdad de condiciones con los esclavos y los jornaleros. De ahí su apodo.

Los vikingos vivían en viviendas tradicionales llamadas langhus, que significa "casa comunal". Se trataba de estructuras bajas, a veces excavadas en el suelo, con grandes tejados a dos aguas cubiertos de turba. Carecían de ventanas y las puertas eran pequeñas para conservar el calor durante el invierno. Hasta el siglo IX, una "casa comunal" era una gran habitación de entre 10 y 30 metros de largo, donde vivían varias familias. Estas casas albergaban no solo a padres e hijos, sino también a abuelos, y en ocasiones incluso a esclavos y ganado.

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Más tarde, las viviendas comenzaron a dividirse en estancias separadas mediante tabiques: dormitorios, cocinas, almacenes y comedores. Debido a la mala ventilación, había muchos olores en el aire, algunos no especialmente agradables. También se puede suponer que estas viviendas "comunitarias" eran bastante ruidosas. Pero el interior de la vivienda no parecía tan sombrío como podría parecer. Los vikingos decoraban las paredes con telas y paneles de madera tallada. Las mujeres tejían colchas de vivos colores y los hombres tallaban motivos en los muebles.

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Los vikingos que vivían en el norte de Noruega a veces construían pequeñas cabañas (stuygs) además de sus grandes casas. En estas casas, el espacio se dividía en un dormitorio y una cocina. Se instalaba un vestíbulo en la entrada, lo que ayudaba a conservar el calor. Solían calentar la casa con un sistema de calefacción negro: se colocaba una chimenea en el centro y una abertura para la chimenea encima.

Los retretes vikingos podían ser diferentes. A veces simplemente reservaban un rincón de la casa donde cavaban un hoyo o ponían un cubo de madera. También había retretes separados, generalmente destinados a varias familias. El sábado se consideraba día de lavado, de ahí el nombre escandinavo de este día de la semana. Los hombres vikingos solían decolorarse el cabello y la barba, pues consideraban más atractivos los tonos claros. Las mujeres trenzaban el cabello con peinados complejos y lucían hermosas joyas.

La familia era el centro de todo para los vikingos. Hombres y mujeres compartían responsabilidades: los hombres cazaban, pescaban o participaban en campañas, mientras que las mujeres se encargaban del hogar, criaban a los hijos e incluso podían poseer tierras. Los niños aprendían a ayudar en las tareas del hogar desde pequeños. Los niños aprendían artesanía o habilidades militares, y las niñas a tejer, cocinar y administrar el hogar.

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Curiosamente, las mujeres en la sociedad vikinga gozaban de mayor libertad que en otras culturas de la época. Podían poseer propiedades, divorciarse, heredarlas e incluso convertirse en guerreras. La dueña de la casa llevaba un manojo de llaves en el cinturón, símbolo de su poder sobre el hogar. Al mismo tiempo, las tradiciones sexuales vikingas eran relativamente libres: las relaciones prematrimoniales no se consideraban vergonzosas y la poligamia era aceptable para los hombres adinerados.

La jerarquía social vikinga se basaba en tres clases principales: jarls (nobleza), enanos (campesinos libres y artesanos) y trells (esclavos). La movilidad social era posible: un guerrero o comerciante exitoso podía ascender en la escala social. Los escaldos y maestros rúnicos ocupaban un lugar especial en la sociedad, quienes gozaban de respeto independientemente de su origen.

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Las decisiones importantes se tomaban en los tings, asambleas populares donde los hombres libres debatían leyes, resolvían disputas y elegían líderes. Esta forma de democracia era bastante progresista para su época. Los lazos familiares y el parentesco desempeñaban un papel fundamental: la venganza de sangre se consideraba un deber sagrado, y el honor del clan se valoraba por encima de la vida individual.

Los vikingos sabían no solo trabajar, sino también relajarse. En las largas tardes de invierno, se reunían alrededor del hogar para escuchar sagas: historias sobre héroes, dioses y aventuras asombrosas. Los poetas y cantantes, llamados escaldos, eran muy respetados en la sociedad. Los vikingos valoraban el arte de la palabra tanto como su destreza en la batalla. Los escaldos compusieron sagas que se transmitieron de generación en generación, preservando la historia y la mitología de los pueblos del norte.

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Los norteños amaban las fiestas y sabían cómo organizarlas. Incluso en tiempos difíciles, encontraban un motivo para alegrarse. La mayoría de las celebraciones tenían lugar en otoño, al terminar la cosecha y sacrificar el ganado. El invierno también era rico en festividades: en esta época del año había menos trabajo y la gente descansaba, visitándose. Yule, o la festividad del solsticio de invierno, estaba acompañada de abundantes festines, canciones y bailes.

Los huéspedes de los asentamientos vecinos solían ser invitados a las festividades. Estos eventos podían durar varios días. Los vikingos no se limitaban a los festines, sino que organizaban juegos y competiciones deportivas. No solo hombres, sino también mujeres, participaban en las competiciones. Competían en esgrima, tiro con arco, equitación, natación y lanzamiento de piedras.

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Entre los entretenimientos intelectuales, cabe mencionar los dados y el hnefatafl (o simplemente tafl). Lamentablemente, las reglas de este juego se han perdido, pero hallazgos arqueológicos sugieren que era similar a las damas. Sin embargo, los escandinavos preferían las canciones y los bailes animados a cualquier juego. Numerosas sagas, canciones y leyendas han sobrevivido hasta nuestros días, inspirando a autores de novelas fantásticas e históricas.

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Durante las festividades, era frecuente que se produjeran peleas entre los invitados, incluso con armas de fuego. Los vikingos tenían un culto a la violencia, e incluso los altercados verbales más leves podían derivar en duelo o acabar en asesinato. Los conflictos personales, así como las disputas por tierras y propiedades, se resolvían por la fuerza. Para este fin se celebraban duelos especiales, los holmgangs.

Crueles y despiadados durante las incursiones, en la vida cotidiana los vikingos se presentan como personas con sus propias alegrías, miedos y costumbres. ¿Qué te sorprendió más de su vida: su vida cotidiana, su actitud hacia las festividades o su omnipresente culto al poder? ¡Comparte tu opinión en los comentarios!

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