El 'trono del pavo real' mogol es el mueble más caro de la historia
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Por Pictolic https://mail.pictolic.com/es/article/el-39trono-del-pavo-real39-mogol-es-el-mueble-ms-caro-de-la-historia.htmlEn la historia de la humanidad, pocas piezas de mobiliario pueden compararse con el lujo y la grandeza del Trono del Pavo Real de los Grandes Mogoles. Esta obra maestra dorada, creada en el siglo XVII, se convirtió en un símbolo de la riqueza y el poder de uno de los imperios más grandes del mundo. ¿Por qué se dice que este trono es el más caro de la historia? Hagamos un viaje a través de la era mogol para descubrir los secretos de esta maravilla de la joyería.

La dinastía mogol gobernó un vasto imperio que incluía la actual India, Pakistán, Bangladesh y el sudeste de Afganistán. El estado existió desde 1526 hasta 1857. Durante este tiempo, dos docenas de padishahs lograron ocupar el trono y la capital se trasladó varias veces. El Fuerte Rojo de Delhi fue particularmente impresionante, convirtiéndose en una de las residencias más magníficas de los gobernantes en la nueva capital del imperio.

El Fuerte Rojo albergaba el Diwan-i-Khas, también conocido como el Salón de Audiencias Privadas. Fue para esta sala que el emperador Shah Jahan, que reinó entre 1627 y 1658, encargó el magnífico Trono del Pavo Real (Takht-e Taus). Como el padishah era considerado el virrey del profeta Mahoma, buscaba poseer exclusivamente artículos lujosos. Por lo tanto, la creación del trono fue confiada al talentoso joyero Said Gilani. Se le dieron oportunidades prácticamente ilimitadas para trabajar con metales y piedras preciosas.

Gilani y sus asistentes trabajaron en El Trono del Pavo Real durante siete años. Nunca antes ni después se ha tardado tanto en crear un objeto precioso. El Emperador esperó pacientemente el resultado, porque creía en el talento del maestro. Al final, Gilani creó una obra de arte verdaderamente notable. El trono se convirtió en un símbolo del poder y la riqueza de los grandes mogoles.
Imagínese una plataforma lujosa que se asemeja a una magnífica otomana. Su longitud era de 1,8 metros y su anchura de 1,2 metros. A diferencia de los tronos europeos, este no tenía respaldo. En su lugar se colocó una almohada suave sobre la que el emperador se sentaba con las piernas en alto. Para crear el trono se utilizaron 1.300 kilogramos de oro y más de 200 kilogramos de piedras preciosas: diamantes, zafiros, esmeraldas y perlas. Entre ellos destacaron los famosos diamantes “Shah Akbar”, “Kohinoor”, “Great Mogul” y “Great Tablet”. Estas piedras fueron extraídas en las legendarias minas de Golconda y en los territorios conquistados.

La parte superior del trono estaba decorada con un dosel de seda bordado con hilos de oro. Estaba sostenida por 12 columnas doradas con incrustaciones de esmeraldas. Una elegante escalera calada, realizada en plata y oro, conducía al trono. Por encima del dosel había dos pavos reales dorados con las colas extendidas, densamente adornadas con diamantes, rubíes y esmeraldas. Algunos de los diamantes más grandes del mundo brillaban en los ojos de los pavos reales, y el famoso diamante Shah colgaba sobre la cabeza del emperador. El viajero francés Jean-Baptiste Tavernier, que vio el trono con sus propios ojos, lo describió como "un enorme lecho sembrado de joyas". En su opinión, tal magnificencia no existía en ningún lugar del mundo.

La combinación artística de metales preciosos y piedras preciosas únicas hizo que el trono no sólo fuera caro, sino invaluable. Los contemporáneos afirmaban que los tesoros del trono podrían liberar a todo el país de impuestos durante años. Según los expertos modernos, el Trono del Pavo Real costó al imperio más que su otra maravilla, el majestuoso mausoleo Taj Mahal, construido bajo el mismo Shah Jahan. La riqueza del Takht-e Taus y la ornamentación en forma de pájaro hacen referencia al trono del rey Salomón del Antiguo Testamento, a quien el Corán llamaba Suleiman.
Desafortunadamente, el esplendor del Trono del Pavo Real duró poco. En 1739, el Sha persa Nadir Shah invadió Delhi y saqueó la ciudad. El trono, junto con otros tesoros, fue llevado a Persia. Allí lo desmontaron: el oro se utilizó para crear otro trono para el Qajar Fath Ali Shah, y las piedras preciosas se agregaron al tesoro de Nadir Shah. Según los informes, Nadir Shah quedó tan impresionado por la riqueza del trono que eximió a sus súbditos de impuestos durante tres años.

Más tarde, los persas a menudo lamentaron haber tratado con tanta barbarie aquella inestimable obra maestra de joyería. Prueba de ello son los varios intentos de recrear el Trono del Pavo Real lo más fiel posible al original. La copia más exitosa y cara fue creada en 1812. Ésta, y varias réplicas menos exactas, se conservan ahora en Irán, en el Museo de Joyas de Teherán.

En la India, que ha perdido su símbolo, también crearon una versión estilizada del trono. Los últimos emperadores mogoles se sentaron allí, pero era sólo una pálida sombra de su antiguo esplendor. Hoy en día, el Trono del Pavo Real se recuerda en miniaturas, pinturas y relatos de viajeros como Tavernier.
El Trono del Pavo Real se ha convertido en un símbolo de grandeza perdida por la guerra y la codicia, pero su leyenda sigue viva. La historia conoce muchos casos en los que artefactos invaluables desaparecieron o fueron destruidos, privando a los descendientes de la oportunidad de verlos con sus propios ojos. ¿Crees que vale la pena recrear obras maestras perdidas del pasado o su historia es más valiosa que cualquier réplica? ¡Comparte tu opinión en los comentarios!
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