8.000 calorías al día y máscaras de oxígeno: cómo viven los luchadores de sumo
En la ciudad japonesa de Nagoya hay un templo budista donde entrena la élite del sumo. Este tipo de artes marciales se practica desde el siglo XV. Los atletas consumen 8.000 calorías al día y duermen con máscaras de oxígeno, caminan en taparrabos y se turnan para empujar a sus oponentes fuera de un anillo de arena.
Los luchadores practican movimientos durante tres horas todas las mañanas y, a las 10:30, cuando termina el entrenamiento, firman autógrafos y posan para fotografías como auténticas estrellas. Lo siguiente en el horario es la primera comida.
Los luchadores de sumo se llaman rikishi.
El almuerzo temprano que preparan los luchadores jóvenes en el templo consiste en guiso de pierna de cerdo, sardinas fritas, arroz al vapor y chankonabe, un plato de múltiples ingredientes (principalmente fuentes de proteínas) cocinado en una olla.
Actualmente hay 11 personas entrenando en el templo budista.
Después del almuerzo, los luchadores siempre duermen varias horas con máscaras de oxígeno para facilitar la respiración.
Ser un luchador de sumo significa comer, vivir y respirar como un japonés, desde el peinado y la vestimenta hasta la rígida jerarquía.
A la izquierda hay un luchador de sumo de Brasil, a la derecha, de Mongolia. Los atletas se aplican una venda elástica antes del entrenamiento.
Aunque el sumo es un deporte tradicionalmente japonés, actualmente hay cada vez más luchadores extranjeros, en su mayoría mongoles, que tienen dificultades para asimilarse a la cultura japonesa.
“El idioma es el principal problema”, dice Tomozuna Oyakata, más conocido como Kyokutenho, un luchador y entrenador de sumo nacido en Mongolia que fue uno de los primeros seis atletas mongoles aceptados en 1992. "Ni siquiera podía entender si me estaban regañando o elogiándome".
Hoy, el campeón, cuyo nombre real es Nyamzhavyn Tsevagnyam, habla un japonés casi perfecto, se casó con una japonesa y recibió la ciudadanía (un requisito obligatorio para quienes quieren convertirse en entrenador).
Un luchador de sumo posa para una fotografía.
Además, la completa asimilación a la cultura japonesa significa que el luchador no debe experimentar ninguna emoción negativa: ira, mala voluntad, hostilidad.
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