La asombrosa historia de Jean Baptiste Mouron, quien cumplió 100 años en una colonia penal

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En 1776, un joven llamado Jean-Baptiste Mouron fue arrestado por una serie de incendios provocados en el pueblo de Tarazonne, cerca de Marsella. En el momento de su arresto, el joven no tenía ni diecisiete años. En el juicio, el detenido fue declarado culpable y condenado a trabajos forzados por… ¡100 años y un día!

La asombrosa historia de Jean Baptiste Mouron, quien cumplió 100 años en una colonia penal

Por lo general, en aquella época, las personas en trabajos forzados duraban un máximo de 5 a 10 años, muriendo por enfermedades y las consecuencias del trabajo forzado. Pero Jean Baptiste no solo sobrevivió, cumpliendo la larguísima condena de principio a fin, sino que posteriormente fue liberado. Lea su asombrosa historia a continuación.

Es bastante difícil confirmar o desmentir esta historia, pues ocurrió hace mucho tiempo. Sin embargo, si creemos en los registros del Libro Guinness de los Récords, todo sucedió así... En 1776, se produjeron una serie de incendios en el pueblo de Tarazón, por los que se acusó a un adolescente de 16 años. Según los residentes locales, Jean Baptiste Mouron prendió fuego deliberadamente a la casa de los enemigos de su familia. Por ello, fue condenado a 100 años y un día de prisión. Los buques de la armada fueron elegidos como lugar de cumplimiento de la condena.

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En Francia, la servidumbre penal era el castigo más severo de la época: una condena de trabajos forzados se consideraba más terrible que la muerte, ya que en este caso la pena se prolongaba durante años. Este castigo se aplicaba a los criminales que cometían los delitos más graves.

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La mayoría de los convictos morían antes de cumplir sus condenas, por hambre, frío, enfermedades o a manos de otros prisioneros o guardias. Mouron lo comprendió en cuanto subió a bordo de la galera de guerra real Saint-Michel.

El niño estaba encadenado a un banco en la bodega junto con otros cinco prisioneros. Juntos debían manejar un pesado remo de once metros. Quienes trabajaban demasiado despacio eran azotados. Y para que los prisioneros no murieran en los primeros días y siguieran trabajando, los turnos cambiaban cada dos horas. Sin embargo, como era de esperar, nadie tenía tiempo para descansar del todo durante ese tiempo.

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La comida a bordo se correspondía con las condiciones de trabajo. Los presos eran alimentados con galletas, frijoles cocidos y, ocasionalmente, carne podrida. Era un verdadero placer comer un trozo de galleta empapado en vino. Todos los prisioneros estaban delgados y casi exhaustos; algunos morían mientras remaban. En tales casos, simplemente eran reemplazados por otros.

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A pesar de todas las dificultades que le aquejaban, Jean Baptiste Mouron se fijó un objetivo claro: sobrevivir sano y salvo. Intentó conservar sus fuerzas, no se enfrentó a otros presos ni a los guardias, no se saltó las comidas y dedicó cada minuto libre a dormir. Jean hizo muescas en el banco con una cuchara de hojalata, contando los años que pasó en prisión. Para cuando llegó a 62, su cabello hacía tiempo que se había vuelto canoso y su rostro estaba cubierto de profundas arrugas. Baptiste se dio cuenta de que pronto cumpliría 80 años.

El barco en el que Baptiste cumplía condena fondeó en el puerto de Tolón. Desde entonces, solo zarpó ocasionalmente. Al cabo de un tiempo, Jean Baptiste volvió a contar las muescas: 83... ¡Así que tenía casi 100 años! En aquel entonces, aún desconocía las leyendas que circulaban por la ciudad sobre el "galeote centenario". Los rumores sobre Baptiste llegaron incluso al alcalde, quien quedó profundamente impresionado por la historia. Escribió una carta al rey de Francia, Luis XV, pidiéndole que indultara al anciano y redujera la pena que le quedaba. El asombrado rey firmó el acuerdo de inmediato, pero entonces ocurrió algo inesperado. Jean Baptiste se negó a aceptar el indulto y declaró firmemente que cumpliría su condena hasta el final.

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Exactamente cien años y un día después de ser enviado a trabajos forzados, Jean-Baptiste Mouron obtuvo su ansiada libertad. Ese día, cientos de personas se congregaron en el puerto de Toulon para ver con sus propios ojos al "preso centenario". Para entonces, los brazos del anciano casi habían perdido fuerza, estaba encorvado, débil y casi ciego, pero nunca perdió la fe.

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Tras su liberación, se instaló en una pequeña habitación en el ático, cerca del desventurado puerto. Los vecinos le llevaban comida y otros objetos, conversaban con él y se preocupaban por su salud. Cada tres o cuatro días, el anciano bajaba a la calle y daba un pequeño paseo. Un día que no salió durante mucho tiempo, todos comprendieron de inmediato: Jean Baptiste Mouron, libre y feliz, finalmente se dejó llevar por la muerte. En ese momento, el hombre tenía 124 años.

La conmovedora historia del resiliente convicto Jean Baptiste Mouron parece, a primera vista, una increíble saga de resiliencia humana. Pero, por desgracia, no es más que una historia de larga data en internet que comenzó a circular a principios de la década de 2000, sobre todo en listas de correo electrónico y foros como Skeptics Stack Exchange. También apareció en publicaciones en español como El Periódico Extremadura e incluso en redes sociales como Facebook, pero ninguna de estas fuentes cita documentación histórica creíble. La historia de Mouron es un ejemplo clásico de leyenda urbana que se vuelve más elaborada con cada relato, pero que no resiste un análisis fáctico.

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¿Por qué no puede ser cierta esta historia? En primer lugar, las condiciones de la esclavitud en galeras en el siglo XVIII eran tan duras que incluso unos pocos años remando se consideraban una sentencia de muerte. Sobrevivir cien años en tales condiciones, y vivir hasta 124 años en una época en la que la esperanza de vida promedio era de apenas 40 años, es inimaginable. En segundo lugar, la falta de registros de Mouron en documentos históricos franceses, como los de Marsella o Tolón, cuestiona su existencia.

¿Qué opinas de esta historia? ¿Crees que podría haber algo de verdad en ella, o es solo otra leyenda que nació para ser contada? ¿Quizás hayas escuchado historias similares de otras épocas o países? ¡Comparte tu opinión en los comentarios y descubramos por qué estas historias se arraigan tanto en nuestra imaginación!

     

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